Viene a decir que tener razón es una enfermedad crónica de la humanidad.
El disgusto que sentimos ante las ideas que no son afines es proporcional al grado de apego que tenemos a las propias o a la poca disponibilidad para cambiarlas. Cuanto más apego tenemos a una creencia, más disgusto sentiremos cuando nos enfrentemos a las contrarias. Es fácil deducir que no es la idea del otro lo que nos causa molestia, sino nuestro rechazo a aceptar puntos de vista diferentes. No es su creencia el problema, sino nuestra posición contraria a ella.
Me quedo con esta frase de Dean Rusk "una de las maneras de persuadir a los demás es escuchándolos"
Si queréis leer el artículo pinchar aqui. http://elpais.com/elpais/2014/01/17/eps/1389963544_694044.html

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